Historia de un cliente: DRB – “Quizás pueda salvar una vida”
Una noche que lo cambió todo
Comenzó como cualquier otra noche. Un padre, dependiente de oxígeno suplementario, se dirigía a la cama. Su tanque de oxígeno portátil, su salvavidas, se quedó sin batería silenciosamente. Creyó tener fuerzas suficientes para alcanzar la unidad estacionaria en el dormitorio. No las tuvo. En algún punto del pasillo, el aire se enrareció. Sus rodillas se doblaron. El silencio de la noche se vio interrumpido por jadeos y un grito desesperado de auxilio. Pero su voz nunca llegó a su hija, que ya dormía.
El destino intervino a través de los oídos de su esposa. Ella escuchó la conmoción y lo encontró desplomado en el suelo, respirando con dificultad. Una llamada a su hija trajo ayuda inmediata. Pero la verdad era ineludible: esto podría haber terminado en tragedia.
La búsqueda de una solución
Al día siguiente, comenzó la búsqueda, no solo de tranquilidad, sino de una herramienta que pudiera salvar la vida de la pérdida. La familia necesitaba una forma de que su ser querido pudiera pedir ayuda de inmediato, de forma audible e inequívoca. No solo un teléfono. Ni un susurro en el pasillo. Algo infalible. Algo instantáneo.
Y entonces lo encontraron: un reloj alarma SOS.
No sólo cumplió las expectativas, las superó.
El poder de un empujón
La simplicidad era su ingenio. Con solo pulsar un botón, toda la casa podía recibir una alerta. Sin titubeos, sin demoras, sin llamadas perdidas en la oscuridad de la noche. El reloj se convirtió en un segundo guardián, siempre presente, siempre atento.
Desde aquella noche, el padre ha usado la alarma varias veces; no todas fueron críticas, pero cada una fue un recordatorio de lo frágil que puede ser la vida y lo poderoso que puede llegar a ser un pequeño dispositivo. El reloj se convirtió en más que un accesorio; se convirtió en un centinela. Un escudo silencioso y confiable contra el aislamiento y la emergencia.
Protección en capas, día y noche
La vigilancia no duerme. Y la preocupación tampoco. Para reforzar aún más la red de seguridad, se instaló una segunda alarma en su cama. Esto garantiza que, incluso en las horas más vulnerables —cuando la oscuridad intensifica el peligro—, la familia permanezca conectada, preparada y receptiva.
La combinación de alertas portátiles y fijas transformó su hogar en un refugio. Lo desconocido ya no era aterrador. El silencio, ya no amenazaba.
Una recomendación agradecida
Hay productos que aportan comodidad. Y luego están aquellos que redefinen la seguridad y transforman la vida cotidiana. Este reloj SOS, en palabras de una familia profundamente agradecida, bien pudo haber salvado una vida. Trajo calma tras el caos, consuelo tras el pánico y un latido tranquilo a un hogar atemorizado.
Para quienes cuidan a padres mayores, personas con afecciones médicas o cualquier persona en riesgo de emergencias silenciosas, el mensaje es claro: No esperen a que llegue el momento de la verdad. Este dispositivo podría ser la línea entre casi y demasiado tarde.
Muy recomendable. Sin duda, lo agradezco. Quizás me salve la vida.